Voces de los marginados y del sincretismo a la multiculturalidad

Continuando con la publicación de algunos de mis ensayos escritos durante mis estudios del Doctorado en Educación, en la Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”, en esta oportunidad deseo compartir lo que fue el segundo trabajo presentado en el Seminario de Epistemología, ese del que ya hice algunos comentarios en una anterior publicación, y cuyo profesor fue mi buen amigo y colega Lino Morán, quien para este segundo trabajo nos invitó, previa lectura, análisis y debate, a discernir sobre las realidades, pasadas, presentes y futuras, que dentro del conglomerado ámbito cultural y educativo han ofrecido, desde una perspectiva histórica e incluso historiográfica, los llamados “grupos minoritarios”. Lo titulé como ya habrán leído: Voces de los marginados y del sincretismo a la multiculturalidad.

Para ello nos remitió a tres documentos de particular interés, y que para ese entonces yo desconocía. El primero de ellos fue una supuesta carta escrita por un aborigen norteamericano llamado Seattle y que estaba dirigida al entonces presidente de la unión americana, Franklin Pierce, y que obviamente alude a los grupos originarios de nuestro continente, presos y discriminados en su propia tierra; el segundo texto fue Discurso sobre colonialismo de Aime Cesaire, poeta y político martiniqués, y reconocido como el gran ideólogo del concepto de negritud, en este caso como la voz y conciencia de los negros; y por los hispanos, el tercer texto objeto de estudio fue Interculturalidad o Barbarie. Once tesis provisionales para el mejoramiento de las teorías y prácticas de la interculturalidad como alternativa de otra humanidad, del destacado filósofo y culturólogo cubano Raúl Fornet Betancourt.

Como verán, o mejor dicho, como leerán, mis estimados amigos, al finalizar mi breve análisis o exposición sobre cada uno de estos textos inserté, a manera de complemento, fragmentos de una canción, un poema y un ensayo, que desde mi experiencia como lector/redactor y descubridor de ciertos hechos a partir de este trabajo, los consideré vinculantes o pertinentes, y que solo pretenden aportar un sentido entre lo estético y literario a lo que fue y es mi ensayo.

Una vez más compartir con todos estos ensayos me llenan de recuerdos y de las gratas experiencias que junto a mis compañeros y amigos viví durante este período académico de mi santa existencia, a pesar de, como ya mencioné también, de los madrugonazos sabatinos que nos exigía cursar este programa.

Voces de los marginados y del sincretismo a la multiculturalidad

Sin límites específicos emprendo esta segunda tarea que me invita, nada más y nada menos, que a un ménage à trois documental; sin embargo en este particular trío mi rol se limita al de vouyerista/traductor intentando abordar a los tres protagonistas desde la perspectiva discursiva, disfrutando de los juegos de palabras y sin obviar aquellos aspectos que puedan ser de interés en mi análisis/interpretación sobre el contenido y valor/aporte de los mismos. Para ello decidí dar cierto sentido (sí es que lo hay) a este ensayo partiendo del criterio de antigüedad de cada texto, lo que de alguna manera me traza una línea de tiempo/espacio.

UNO/Seattle, 1854

Ciertamente no es el objetivo de este ensayo discernir sobre la veracidad o no, al parecer, de la famosa carta del jefe indio Seattle al entonces presidente de los nacientes Estados Unidos, Franklin Pierce. Y es que indagando en la red, único medio por el cual he podido encontrar información, un tanto decente, sobre este intrincado asunto, me he tropezado con disimilitud de argumentos que debaten sobre la cuestionada carta.

Parto de un principio fundamental y de sentido común, y que a pesar de mi temor a ser considerado un racionalista extremo, o peor aún, un típico antiindigenista, racista o mero discriminador, veo necesario señalar: la razón idiomática o lingüística del hecho.

La carta, según indagué, es producto de una traducción y de la toma de notas de algunos cultos e inteligentes señores blancos, entiéndase conquistadores y colonizadores, la mayoría británicos convertidos a la toda poderosa religión/nación americana, a partir de un ¿discurso? dado por el jefe indio Si’ahl (fonéticamente parecido al actual Seattle) ante la inminente y legal adquisición de sus ancestrales tierras como parte de la fraternal unión americana que se forjaba al norte del río Bravo.

Ese discurso, pronunciado ante el gobernador Isaac Ingalls Stevens, digno representante gubernamental para tratar la rendición de los indios o la venta de tierras de éstos a los colonos, y cuya fecha exacta se desconoce, aceptándose como probable el 11 de marzo de 1854, se hizo en lengua lushootseed, lengua materna de Si’ahl, que para algunos filólogos especialistas es un idioma, y para otros un continuo dialectal, propio de varios grupos amerindios Salish, limitados en la actualidad al estado de Washington. Alguien, que suponemos poco preparado en comparación con los colonos (y nótese aquí mi innegable occidentalismo, que cuestiona la formación y cultura de las comunidades aborígenes americanas) lo tradujo a un dialecto o jerga Chinook, también conocido como tsinúk o wáwa, y que era una especie de lengua franca o vehicular, común a lo largo del río Columbia y hablada por los nativos de la región. Esta variante dialectal tiene la característica muy particular de ser un pidgin, es decir, una interlingua simplificada y usada por individuos de comunidades que no poseen una lengua común, ni manejan con propiedad suficientemente alguna otra lengua para usarla entre ellos. El Chinook tomó como base el Chinookan e incorpora muchas palabras (préstamos lingüísticos) de otras lenguas, previamente usadas en el comercio a lo largo de la costa noroeste de Norteamérica, especialmente el inglés y el francés.

Y de ahí al inglés. ¿Quedó claro?

Fuente de las imágenes.
Todas fueron tomadas de:
https://share.america.gov/es/dakota-del-norte-paisajes-yermos-cultura-indigena-de-america-del-norte-e-influencias-escandinavas/

Ante este asombroso caso de traducción, que haría las delicias de Boaventura, es muy válido el cuestionamiento que podamos hacer a esta carta, pero como ya señalé ese no es el quid del asunto, por lo que me permitiré ahora hacer breves y razonados comentarios sobre el contenido de la carta.

Uno punto uno

Si hay género discriminado en la literatura es ese el epistolar. Pareciese que las cartas o discursos escritos no tienen el valor estético y conceptual que requiere un género literario para preciarse de tal, no obstante es indiscutible el valor que muchos documentos de este género han dado a la literatura, la historia, la cultura y otras ciencias, en especial las consideradas sociales. Desde las cartas enviadas a las primeras comunidades cristianas por los apóstoles y que hoy constituyen las epístolas del nuevo testamento; las “Cartas de Relación” escritas por Hernán Cortés dirigidas al emperador Carlos V; pasando por las “Cartas filológicas” de Francisco Cascales; las “Cartas Persas” de Montesquieu, recurso literario para la crítica socio-política de su época, y que tiempo después José de Cadalso imitara en sus “Cartas marruecas”; incluyendo las de Bolívar, “Carta de Jamaica”, hasta llegar a la llamada novela epistolar que entre sus cultivadores tiene a Pierre Choderlos de Laclos y “Las amistades peligrosas”; la primera parte de “Pepita Jiménez” de Juan Valera, así como el relato “Novela en nueve cartas” del consagrado escritor ruso Fiódor Dostoyevski.

Esta, la del jefe indio Si’ahl, no deja de ser menos importante pues adelantada a su tiempo sienta las bases de lo que hoy promulga y promueve el ecologismo y los medioambialistas, que la utilizan con bandera para exaltar el sentido y el sentimiento conservacionistas de los indígenas americanos, y que a decir verdad se hizo famosa a partir de una voz en off que la leía, muy pero muy parafraseada y adaptada para un muy oportuno documental, cuyo guionista fue Ted Perry, que como buen guionista y no historiador, re-elaboró la carta, tal cual como es hoy popularmente conocida.

Al margen de esa situación, la carta que no es del todo carta, es una alocución unas veces metafórica, otras tantas literal, sobre el sentido de pertenencia del mundo que nos rodea, no como objeto, sino como sujeto en interacción, en convivencia mutua, en una relación que exalta lo divino, lo simbólico, en un lenguaje que peca de sencillo pero no por ello menos poético ni menos sugerente que otras epístolas. Subyace en las palabras del jefe indio una descarada intención moralista, didáctica, propia del género epistolar y fabulario, rica en expresiones excesivamente reconocibles en la jerga medioambientalista de hoy, y que generan tantas incertidumbres y polémicas como reconocimientos y halagos.

Nos resultaría, como en efecto nos resulta, un tanto sorprendente que un nativo americano de principios del siglo XIX pudiese expresarse a través de ideas y conceptos que solo hace, como quien dice, pocos años atrás surgieran formalmente con el nacimiento y la consolidación de la ecología como ciencia; en especial frases como la siguiente: “He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha” despiertan perspicacia pues anticipan la extinción de las especies por la acción del hombre, que para la época era impensable. ¿Será que nos negamos a reconocer la videncia y la visión ancestral de los aborígenes americanos? ¿Sería más creíble si quien profesara esas palabras fuese un reconocido científico europeo que hoy tratáramos como anticipado a su tiempo, visionario del mundo? Cada quién saque sus propias conclusiones.

Sea como sea, viene entonces a ser la carta una inflexión en la historia occidental, donde los indígenas al parecer no han trazado una solo línea loable, a excepción de esas grandes civilizaciones que describieron con detalles los conquistadores españoles: aztecas, mayas e incas. Así como los mormones juran la presencia de Jesús en los albores del nuevo mundo, más precisamente in USA, los ecologistas, que irónicamente requieren del apoyo de grandes trasnacionales y de los mass media para hacerse escuchar y sentir, recurren a la carta del jefe indio Si’ahl para que sus aborígenes sean igualmente grandes y trascendentales, por lo menos en la historia occidental escrita, perdón, grabada y editada en formato de video por occidente. Excesivo paralelismo en estos grupos malintencionadamente tildados de minorías, y encima marginados por la historia y la sociedad, pero que hoy por hoy juegan y ganan protagonismo. Y con ello presencia en los medios. Ser aborigen/étnico es exótico y ser ecologista está de moda.

Retomando el texto vemos como el autoproclamado salvaje recurre a un discurso casi lírico para expresar y ejemplificar sus ideas, y con ellas la idiosincrasia de su pueblo. Así como la sangre que circula por nuestras venas y deja evidencia de nuestro origen (sobre todo en esta época del ADN y de las pruebas de paternidad), la savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo la memoria de los pieles rojas, exclama el sabio jefe indio en símil a esa condición muy humana donde se aloja el ideal de que lo intangible sí puede estar estrechamente vinculado a realidades circundantes, precisas, que afectan nuestro modo de pensar y vivir. La prosopopeya o humanización de los seres vivos no humanos y demás recursos naturales engrandecen las palabras del sabio aborigen y exaltan la visión cosmogónica del colectivo indígena americano, dando rango humano, de hermandad, a todos por igual, a pesar de que irónicamente resalta las significativas diferencias entre rojos y blancos de la misma especie: “Los Muertos del hombre blanco olvidan su país de origen (…) Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida (…) es un extraño (…) nuestro modo de vida es diferente al de ustedes (insiste el jefe indio)(…) No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco (…) El Hombre blanco no parece consciente del aire que respira” son fragmentos de la carta que reiteran una y otra vez esa marcada línea diferenciadora entre unos y otros. ¿Es realmente esta carta la voz de los indios americanos?

Culmino esta parte con dos punto de vistas; uno ajeno, en voz de Ted Perry, quien sostiene lo siguiente: “¿Por qué estamos tan dispuestos a aceptar un texto como éste si se le atribuye a un nativo americano? Es otro caso de colocar a los nativos americanos en un pedestal y no responsabilizarnos de nuestras propias acciones.” (1). Y el otro propio, personal: confieso que no sabré, ni ahora ni nunca, si el cuestionamiento a la mítica carta es parte de esa expansión mediática malintencionada que intenta borrar y hacer invisible cualquier modesto aporte de otras culturas, de otros grupos, de otras voces, a la realidad que hoy vivimos y que nos ha sido impuesta por la llamada cultura occidental. ¿Casualidad o intencionalidad?

Te crees señor de todo territorio
la tierra solo quieres poseer
mas toda roca, planta o criatura viva está,
tiene alma, es un ser.
Tú crees que igual a ti es todo el mundo
y hablas como un gran conocedor
mas sigues las pisadas de un extraño
y mil sorpresas hallarás alrededor.

(coro)
Escuchaste aullar los lobos a la luna azul?
O, has visto a un lince sonreír?
O unirte a la voz de las montañas?
y colores en el viento descubrir
y colores en el viento descubrir.

Moramos por veredas en el bosque
robemos de sus frutos el sabor
descubre que riqueza te rodea sin pesar, un instante en su valor
hermanos son el río y la lluvia
amigos somos todos como ves
vivimos muy felices estando unidos
en un ciclo fraternal que eterno es.

(coro)
Cuan alto el árbol será? si lo cortas hoy, nunca se sabrá.
Ni oirás aullar los lobos a la luna azul
sea blanca o morena nuestra piel
todos tenemos que cantar con las montañas
y colores en el viento descubrir

Si no entiendes que hay aquí
solo es tierra para ti
y colores en el viento descubrir.

Colores en el viento (Colors of the wind)
Letra: Stephen Schwartz / Música: Alan Menken

DOS/París, 1955

Historias de esclavitud y maltrato, de trata y comercialización de esclavos, de luchas por la liberación del hombre negro, del apartheid, del racismo, de la igualdad del hombre, entre otras de símil contenido y tratamiento siempre han existido, pero pocas veces (muy pocas de hecho), sobre todo antes de los años 50 y en el corazón de Europa, habían sido escritas por un negro. Le tocó a Aime Cesaire ser el encargado de darle vida y color a este discriminado y marginado grupo étnico, sometido a las inclemencias del destino y la historia.

Pero más allá de reclamar y proferir improperios ante el injusto papel que habían sido obligados a desempeñar hasta entonces los negros en la historia universal, Cesaire reclama lo que les fue arrebatado, no tanto su libertad, sino su identidad, y con ella ese sentimiento de pertenencia y arraigo que surca por las venas de quienes forzosamente debieron dejar atrás su tierra, la tierra de sus padres, de sus ancestros, la tierra de los sueños y anhelos, y se convirtieron en víctimas de la alienación cultural características de las sociedades coloniales, en especial en la Martinica y la Guayana Francesa de mediados del siglo pasado. Y lo más sorprendente: que esos reclamos surgieran a partir de estrofas y versos, de rimas asonantes y consonantes, de metáforas y símiles.

Fuentes de las imágenes: (las verticales, de arriba a abajo)
1. http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/aime-cesaire.html
2. https://bitacora-viajera.com/fort-de-france-martinica/
3. https://etheriamagazine.com/2019/10/04/10-razones-para-viajar-a-martinica-islas-exoticas-viajes-lujo/

Dos punto uno

El artífice del concepto de negritud fue Aime Cesaire. Y las primeras palabras en su obra “Discurso sobre el colonialismo” (1955) trazan el camino que su obra recorrerá: “Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que su funcionamiento suscita, es una civilización decadente.” (2)  Su discurso, que no es un discurso, sino un ensayo, versa sobre el ocaso que él vislumbra de la sociedad occidental, que si bien puede parecer algo profética, como testigos que somos, ha demorado más de lo estimado, pero tampoco tanto como muchos soñaban. Versa también sobre la identidad perdida y la recuperación de la misma como mecanismo de defensa ante el proyecto francés de asimilación e integridad cultural. Ciertamente todos somos iguales, pero esa igualdad parte de una condición humana (y cuando mucho, religiosa: todos somos iguales, ante los ojos de Dios), pero no cultural, aún cuando los conceptos de religión, fe y creencia, puedan insertarse en el de cultura como aspectos inherentes a ésta; ni mucho menos desde la perspectiva étnica, y sin bien América Latina en pleno es producto del sincretismo, no menos cierto es que persisten los rasgos de identidad que todos poseemos y que nos permiten reconocernos en determinados grupos y sociedades; sin pecar de sectario, hablo de esas sanas diferencias que a todos gustan, pues nadie quiere ser igual, pero que durante muchos siglos, para indios y negros en particular, no ha sido fácil de tolerar, sí, de tolerar.

Y es que precisamente el colonialismo galo socavó la cultura africana, no solo en la metrópoli, sino también en el seno de las propias colonias africanas y en sus colonias americanas, donde la presencia negroide era (y es) significativamente alta, demográficamente numerosa; pero que era mal vista, calificada de salvaje, irracional, inculta; sus valores reducidos a mitos y supersticiones, a migajas sin cultura. París, Bruselas y por suerte Quebec hablan francés, Haití, patois; Martinica y Guadalupe, creole. Ante esta situación hubo que reaccionar y Cesaire lo hizo a través de un cuidadoso análisis del colonialismo francés en las Antillas y en la Guayana Francesa, donde sobresale su visión histórico/partidista y racial, dándole a su discurso, a su voz, un tono más cultural e ideológico que político y social.

Una absoluta sentencia inicia su propuesta, sin hipocresías ni falsas diplomacias, acusando a la iglesia y toda su parafernalia, al cristianismo y sus fieles devotos, de imponer una fe blanca e incuestionable, y dividiendo al mundo es dos, donde lo cristiano es civilizado y lo pagano, salvaje. No titubea al calificar de expediciones punitivas toleradas a esos falsos peregrinajes por América. Menos titubea al enumerar a “pensadores, humanistas e intelectuales” europeos que no se amedrentan ante sus propios discursos y sobrados razonamientos que justifican cualquier acción bárbara e inhumana en nombre de la civilización, la fe y la nación. Los hitleriza a todos. No hay excepciones. El gran pecado de Hitler fue aplicar los mismos mecanismos y procedimientos colonizadores a los blancos europeos en su propia casa, que si lo hace en América o África, la cosa no pinta tan mal, porque seguramente lo haría por el beneficio común de los pueblos; pero como se atrevió hacerlo en contra de los civilizados europeos, la guerra era inminente, había que hacer pagar a Hitler (y a la postre a Alemania) su osadía. Cuanta verdad encierran las palabras de Cesaire, su voz se propaga, su mensaje se difunde, los tiempos pasan, pero las circunstancias parecen imperecederas. Hoy como ayer parece que el prototipo negro se consolida en vez de mutar, cambiar, crecer. El miedo, el complejo de inferioridad, el temblor, el arrodillamiento, la desesperación, el lacayismo, parecen seguir siendo características atribuibles a los negros a pesar de los logros y avances en materia jurídica, legal, de derechos humanos, que suponen cambiar esa realidad, esa triste realidad. Aun así recordemos que no fue hasta 1992 cuando se levantó el apartheid en Sudáfrica, ese modelo político y social de segregación racial que costó la vida de miles sudafricanos.

Y todo ello en nombre del progreso, y es que como dijo Cesaire “la Europa colonizadora ha injertado abuso moderno en la antigua injusticia; odioso racismo en la vieja desigualdad (…) la Europa colonizadora es desleal cuando legitima a posteriori, la acción colonizadora apoyándose en evidentes progresos materiales experimentados en ciertos terrenos bajo el régimen colonial (…) nadie sabe qué estado de desarrollo material hubieran alcanzado esos mismos países sin la intervención europea.” (3) Justificar lo injustificable a partir de logros materiales atenta contra todo principio de humanidad. No pretende Cesaire recuperar la historia, pero si la identidad arrebata por el colonialismo. ¿y qué mejor forma encontró el colonizador para arrebatar esa identidad que atentaba contra su concepción del mundo, del desarrollo, de la civilidad? El racismo.

Fuente de las imágenes (de izquierda a derecha)
1. https://www.enlacejudio.com/2016/05/04/negritud-y-judaismo/
2. María Martínez en el Majesty’s Teathre. The Illustrated London News. British Newspaper Archive. | LAS NEGRAS DE LA INMACULADA. En: https://www.eldiario.es/andalucia/lacajanegra/libros/Toreros-flamencas-esclavos-negritud-Espana_0_894860861.html

Surgen entonces voces silenciadas por la historia y que Cesaire enumera magistralmente: imperios sudaneses, bronce en Benín, escultura shongo, arte malgache, música africana que se ha abierto paso a fuerza de percusión; pero para los europeos hablar de África es, a lo sumo, citar una lista de exploradores que fueron a civilizar el continente negro. Concluye Cesaire con una rotunda afirmación: “La idea del negro bárbaro es una invención europea” (4). Sorprende más aún, que muchos de los considerados “defensores de los hombres negros”, unos hombres de ciencia, otros hombres de fe, se expresaran en términos descalificativos, e incluso despectivos, para referirse al negro y su cultura, a su concepción del mundo y de la vida. Tempels, Kiplings, Mannoni, entre otros forman parte de esos defensores. Y es “que pese a nuestras constantes referencias a valores espirituales, solemos exhibir muy poco respeto por las creaciones culturales, mientras en cambio nos encandilan los éxitos materiales. ¿Qué posición ocupa en la cultura (…) un sujeto abocado a la investigación científica o a la creación artística si se le compara con algún personaje poderoso por los bienes que posee? (…) Solo podrán sacudirse estos viejos fantasmas quienes adviertan que en la zona de la conciencia en la que se forja la cultura hay algo torcido en nuestra etnia y se disponga a enderezarlo. Se trata –como se dice en España- de los efectos de demonios estrictamente familiares.” (5)

Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.
Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.
Es la danza negra de Fernando Poo.
El cerdo en el fango gruñe: pru-pru-prú.
El sapo en la charca sueña: cro-cro-cró.
Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
Rompen los junjunes en furiosa u.
Los gongos trepidan con profunda o.
Es la raza negra que ondulando va en el ritmo gordo del mariyandá.
Llegan los botucos a la fiesta ya.
Danza que te danza la negra se da.
Calabó y bambú. Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.
Pasan tierras rojas, islas de betún:
Haití, Martinica, Congo, Camerún;
las papiamentosas antillas del ron
y las patualesas islas del volcán,
que en el grave son del canto se dan.
Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.
Es la danza negra de Fernando Poo.
El alma africana que vibrando está
en el ritmo gordo del mariyandá.
Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.

Danza Negra. Luis Palés Matos
(Escritor, novelista, poeta y periodista puertorriqueño) Guayama, Puerto Rico

TRES/La Habana, 2005

Desde la publicación de los 10 mandamientos, no hay autor ni publicación seria que prescinda de su top ten o su escala debidamente numerada para darnos a conocer cualquier planteamiento o propuesta que se supone sea de interés público o colectivo. Pablo Neruda nos regaló “20 poemas de amor y una canción desesperada”. Agatha Christie escribió “Diez negritos”. Y hasta Conny Mendez se sumó a la fiebre numérica con “El maravilloso número siete”, amén de que no hay quinto malo y todos evitamos el fatídico trece.

Esta vez son once las tesis presentadas por el filósofo cubano Raúl Fornet Betancourt, ampliamente conocido por sus estudios en el campo de la cultura y sobre todo por su interesante propuesta de un diálogo intercultural a partir de una Filosofía latinoamericana. Parte de la necesidad de asumir el reto que representa para América Latina y el Caribe, ocuparse de la interculturalidad y  promover su enfoque, especialmente en el plano educativo, que como señala el autor, será el plano de fondo de sus consideraciones, a lo largo de sus once tesis. Percibo en las primeras líneas de Fornet una inquietante necesidad de identidad, de integración, de inclusión, un dejo en cuanto al sentimiento de pertenencia; y es que, usualmente, el término América Latina o Latinoamérica incluye a todas las naciones americanas cuyas lenguas oficiales son lenguas latinas: español, portugués y francés. Aún así el autor señala con precisión geográfica que es reto para “América Latina y el Caribe”. Este aspecto bien podría sencillamente interpretarse con un cuidadoso gesto para involucrar en el contexto a aquellas naciones caribeñas cuya lengua oficial no es de procedencia latina, en particular las antiguas colonias británicas y neerlandesas que pululan en el mar de las Antillas. Pero no dejo de pensar en esa necesidad tan cubana de sentirse involucrado en el quehacer latinoamericano, es tiempo, quizás, de que América Latina se cubanice, y sobre todo de que Cuba, se latinoamericanice, para usurpar las palabras (y las ideas) de Unamuno y Ortega y Gasset, autores que por cierto nuestro amigo Fornet recomienda leer.

Tres punto uno

Las onces tesis giran alrededor de la interculturalidad como alternativa viable para que los pueblos de América Latina y el Caribe encuentren el punto de ignición hacía una libertad plena, buscando en sus raíces, en sus orígenes, en su sincretismo, medios y modelos de vida colmados de dignidad, subsanando errores históricos perpetuados por la llamada civilización occidental, ya sea proeuropea o proyanqui, que han logrado calar en nuestra conciencia, intentando anular nuestra propia identidad, y con ello, suprimir cualquier otra alternativa cuyo génesis no sea uno de los centros de “civilización universal”.

No es imprescindible reconstruir la memoria de lo ocurrido a lo largo y ancho del continente, en especial, desde el río Bravo a la Patagonia, o de desde al altiplano andino a Quisqueya, para comprender que la historia de América Latina ha estado signada por una suerte de lucha perenne entre el indio bárbaro y el europeo colonizador, entre explotados y explotadores, entre voces silenciadas con oro, cobre, caucho, petróleo y sangre y las voces blancas que pregonaban una fe impuesta inicialmente con una lanza, después con pólvora, y en los últimos tiempos, con puño de acero envuelto en seda o terciopelo. De nada han servido a nuestros pueblos la estatua de la libertad o la hoz y el martillo. De ahí, justo ahí, la necesidad de volver la mirada a nuestros orígenes, no solo al indígena, no solo al negro o al mestizo, sin obviar a los descendientes de europeos, sino a todos, sin discriminación y sin reparos, pues todos conformamos una sola identidad a pesar de la riqueza intercultural que nos caracteriza. Pero cuidado, alerta el autor de estas once tesis, no basta sencillamente la inocente vuelta fenomenológica a las cosas mismas, pues se trata de descubrir también las estructuras injustas que las ocultan.

Infiere Fornet que hemos sido “buenos estudiantes”, aplicados en nuestra tarea de perpetuar el esquema de civilización-barbarie, que solo ha favorecido a nuestros “amigos del primer mundo”. Pareciese que aún estuviésemos en tiempos de “barbarie”: no como un hecho pretérito, sino un inevitable presente; haciendo entonces imperante la necesidad de “imponer el modelo civilizador”, nótese el uso del artículo definido, “EL”. No hablo de un artículo o determinante indefinido, que abriría las puertas de las posibilidades, un modelo, es EL modelo, y en el que al parecer estamos destinados a emprender. Es por ello que se nos propone contrarrestar lo que Fornet define como una liturgia de conceptos niveladores de lo real con una cultura de conocimientos contextuales, específicos, que denoten la inserción en las experiencias concretas que hace la gente en sus respectivos proyectos de vivir con dignidad, dado que sin contextualidad no hay base para el desarrollo del diálogo intercultural, entendido éste como el intercambio o la interacción entre mundos contextuales. Y para garantizar esta propuesta el mismo autor señala la urgente necesidad de priorizar cuando optamos por la interculturalidad, sobre todo en el plano educativo, ya que es éste el plano de fondo de esta propuesta alternativa. Y es que “Hablar sobre interculturalidad nos permite ubicarnos en distintos puestos, en diversas situaciones, contextos u observatorios desde los cuales mirar lo que ocurre en una realidad multívoca, llena de sentidos construidos racionalmente” (6).

Es por ello que, por ejemplo, la primera tesis centra su atención en dos puntos que considero prioritarios: 1. La aceptación de la duda en oposición a la búsqueda de razones absolutas y de evidencias apodícticas, es decir, concluyentes e irrefutables, pues sencillamente estaríamos repitiendo la historia, calcando el modelo agotado e inútil, sobre todo si consideramos que en un mundo de razones absolutas y de evidencias, es imposible pensar y actuar interculturalmente; 2. Por naturaleza, por esencia, interculturalidad supone diversidad y diferencia, diálogo y contraste, que suponen a su vez procesos de apertura, de indefinición e incluso de contradicción.

Aun así la hegemonía discursiva sobre la que descansan los preceptos que alimentan y sustentan la visión occidental se fundamenta en la búsqueda de la evidencia y la univocidad, rindiendo culto a la conceptualización abstracta, y por ende, el desprecio de lo contextual, incluyendo el desprecio por el sujeto mismo; lo anterior conlleva al establecimiento de una filosofía dominante que se autoproclama como una razón filosófica única, real, incuestionable, que sirve de lineamiento y parámetro, juez y verdugo, de toda argumentación racional posible, en otras palabras, se consolida como una razón absoluta, o en palabras de Fornet, la absolutización de la razón producto del racionalismo europeo moderno.

Ahora bien, “Se sobreentiende que bajo el reinado de esta razón la interculturalidad es imposible y que el mejoramiento de las condiciones para su práctica requiere una especie de rebelión contra la Ley que representa la razón absoluta; la rebelión de las contextualidades situacionales subordinadas a un orden abstracto que las condena a la desaparición. Sólo así podrán emerger voces y discursos liberados que, anulando la cultura del sometimiento a una Razón que se entiende como potencia legisladora, hacen posible una cultura razonada de las muchas formas contextuales en que los humanos dan razón de la situación de su condición”. (7)

Fuente de las imágenes:
La foto de Raúl Fornet Betancourt fue tomada de: http://www.gaceta.udg.mx/raul-fornet/
Las otras dos fotos se encuentran en: https://www.travelzoo.com/es/blog/rumbo-a-cuba-mi-amol-un-viaje-diferente-a-la-cuba-mas-autentica/

Tiene entonces otro reto por enfrentar esta alternativa intercultural instaurada como filosofía, y es el de promover una crítica de las críticas de la razón filosófica, calificadas de occidentales éstas últimas,  con el propósito de penetrar y fortalecer ese horizonte crítico a través de una propuesta alternativa de un proceso abierto de consulta y comunicación, de interacción recíproca, entre las maneras en que la humanidad articula situacionalmente lo que le preocupa o desea, lo saber o pretende saber, lo que debo y no debe hacerse. Ello bien podría lograrse mediante un diálogo intercultural, un diálogo de situaciones, donde se expresen y expongan memorias y proyectos de vida, necesidades y anhelos, sueños y fracasos, en otras palabras, donde se exponga el estado real de la condición humana en una situación contextual específica.

No hay espacio para las diferencias, dado que la ideología con la cual se propaga la cultura dominante ha logrado etiquetar e instalar el concepto plusamplio de “Cultura de la humanidad” (y eso que no hemos hablado de globalización) y si algún colectivo, pueblo o comunidad cultura tiene diferencias, conflictos o desavenencias con esa gran cultura de todos, éste no sería más que un problema técnico de reajuste estructural que se resolverá “con el tiempo”, destaca el autor en su ensayo. Y ante la ausencia de ese espacio intercultural propuestas con el ALBA, por citar una, no solo no tienen cabida, ni proyección o repercusión, sino que además atentan contra el “orden mundial establecido”, por lo que urge una filosofía globalizadora neoliberal caracterizada por una dinámica desmemorizante y uniformadora, tal como expone Fornet en su novena tesis.

El surgimiento de propuestas y alternativas, válidas o no, pues no hay tiempo para analizar, dialogar ni interactuar con “maliciosos agentes del cambio”, no sólo es mal visto e indeseable, sino que encima (por si acaso) se castiga y se criminaliza (disparen primero, pregunten después) intentando desacreditar la interculturalidad y limitándola a un posible mundo de teorías y sueños incompletos, a un juego académico de teorías e interpretaciones vacías, señala Fornet, que por el contrario debe impulsarnos a consolidar la propuesta de interculturalidad que abandera las naciones latinoamericanas y del Caribe.

Por último, digno de leer resultan las recomendaciones que, según Fornet Betancourt, en cada paso (bueno, en la mayoría de ellos) podrían orientar nuestra reflexión y comprensión de este complejo proceso de interiorización y meta-análisis cultural, y a su vez, intercultural; destacan, en mi opinión, el pensamiento de José Martí con su proyecto de un filosofar para la vida, el filosofar desde “Situaciones” (1947–1976) de Jean-Paul Sartre, y dando libertad para seleccionar, según nuestro certero criterio, algunos destacados nombres de la teología de la liberación.

No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la Historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!

José Martí. Nuestra América (Fragmento)

Para concluir, deseo señalar que lo que más disfruté de estos documentos es que se hacen asequibles, fáciles de entender y que me revelan, a estas alturas de mi vida, nuevas perspectivas sobre el hombre y el mundo que le rodea. Cubren además tres significativas ¿minorías? o grupos históricamente marginados: indios, negros e hispanos, quienes logran expresarse, hacerse sentir, en voces de dignos representantes.

Nibaldo M. Parra A. Noviembre de 2012.

Referencias bibliográficas/hemerográficas/electrónicas

  1. Perry, Ted. Entrevista. Citado por Gunawardene, Nalaka. [en línea] ‘Chief Seattle speech’: Global environmental legend, or pervasive myth?.
  2. Cesaire, Aime. Discurso sobre colonialismo (fragmento). Pág. 5
  3. Ibidem. Págs. 14 y 15.
  4. Ibídem. Pág. 19.
  5. Montaner, Carlos Alberto. El hispano fracasado.
  6. Reding Blase, Sofía. Aportes latinoamericanos en torno a lo intercultural. Pág. 57.
  7. Fornet Betancourt, Raúl. Interculturalidad o Barbarie. Once tesis… Pág. 5.

Bibliografía/hemerografía/fuentes electrónicas

Cesaire, Aime. (1979) Discurso sobre colonialismo (fragmento). Universidad Nacional Autónoma de México, Coordinación de Humanidades, Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras: Unión de Universidades de América Latina, Colección Cuadernos de Cultura Latinoamericana UNAM 54. 25 págs.

Fornet Betancourt, Raúl. Interculturalidad o Barbarie. Once tesis provisionales para el mejoramiento de las teorías y prácticas de la interculturalidad como alternativa de otra humanidad. Pasos, N° 121 – Segunda Época. (2005). Setiembre – Octubre. DEI, Departamento Ecuménico de Investigaciones: Costa Rica. En: http://www.dei-cr.org/mostrar_articulo_pasos.php?id=501&pasos_nro=121&fecha_pasos=Segunda ?poca 2005. Setiembre – Octubre.&especial=0 [consulta 21 de noviembre de 2012].

Gunawardene, Nalaka. [en línea] ‘Chief Seattle speech’: Global environmental legend, or pervasive myth?. En  http://nalakagunawardene.com/2009/04/22/chief-seattle-speech-global-environmental-legend-or-pervasive-myth/ [consulta 21 de noviembre de 2012].

Montaner, Carlos Alberto. El hispano fracasado. Panorama. Mirador. Maracaibo, 9 de enero de 1991. Pág. 1-4.

Reding Blase, Sofía. [en línea] Aportes latinoamericanos en torno a lo intercultural. Archipiélago. Portal de revistas científicas y arbitradas de la UNAM. Ciudad de México, 2012. En: http://www.revistas.unam.mx/index.php/archipielago/article/view/25613 [consulta 22 de noviembre de 2012].

Schwarz, Mauricio-José. [en línea] El cuento de la carta del Jefe Seattle. Blog “El Retorno de los Charlatanes”. En http://charlatanes.blogspot.com/2010/02/el-cuento-de-la-carta-del-jefe-seattle.html. [consulta 21 de noviembre de 2012].

Publicado por nibaldop

Licenciado en Letras con maestrías en Psicología Educacional y Lexicografía Hispánica, y doctorado en Educación, con 25 años de trayectoria en el área docente y de investigación lingüística y educativa, así como en las área de redacción, corrección y edición de textos, tanto académicos o editoriales, como generador de contenidos para medios. Amplia experiencia en recursos humanos, en captación o selección, formación y desarrollo de personal, así como asesor y consultor en proyectos educativos en el ámbito organizacional. Amante de la fotografía, aprendiz de pastelería e intento de viajador frecuente.

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